¿Profesional especialista? ¿Multidisciplinario? ¿Generalista con especialidad? En medio del torbellino de descubrimientos y realizaciones que caracterizan nuestros viajes, me encontré en un dilema personal y profesional. Como muchos, crecí valorando la especialización, creyendo que el camino hacia el futuro era perseguir una única pasión con determinación inquebrantable. Pero, ¿qué haces cuando tu corazón late al ritmo de múltiples pasiones, cada una de las cuales tira en una dirección diferente?
Desde temprano, la música y el arte experimental moldearon mi visión del mundo. Siempre estuvieron ahí, vibrantes y vivos, pero apartados de mi “yo profesional”, como si pertenecieran a otra vida. Me gradué como Productor Audiovisual, antes de pasar por la Educación Musical, ingresé al mercado trabajando en los procesos de creación de piezas audiovisuales experimentales e institucionales.
Todo cambió con la oportunidad de coordinar el equipo de marketing de una empresa de tecnología. Tan pronto como mi carrera se desarrolló en otro ámbito, dominado aún más por la mentalidad comercial, un desafío que valía la pena afrontar, pero que me alejó de otras pasiones. O eso pensé.
Sin embargo, con el tiempo, esta división comenzó a parecerme artificial, una barrera que yo mismo había construido. ¿Por qué no unir estos mundos? ¿Por qué no explorar las sinergias entre mi pasión por la música y mi carrera en marketing digital? Estas preguntas encendieron un fuego de curiosidad y determinación.
¿Profesional indeciso o multidisciplinar?
La música, con su complejidad rítmica y emocional, comenzó a infiltrarse en mi trabajo de maneras que nunca había imaginado. En el diseño de sonido de mis proyectos de vídeo encontré una aplicación directa para mi sensibilidad musical. Los matices de una banda sonora bien seleccionada, la capacidad de evocar emociones y construir atmósferas, se han convertido en poderosas herramientas en mi arsenal profesional. De repente, la música ya no era un pasatiempo lejano; era una parte integral de mi “yo profesional”, un puente entre lo artístico y lo comercial.
El arte experimental, a su vez, amplió mi comprensión del arte como forma de expresión y redefinió mi enfoque del marketing. La capacidad de experimentar, de aceptar lo incierto y explorar nuevas formas de comunicación se ha convertido en una fuerza impulsora en mi búsqueda de innovación en marketing. Ella me dotó de una mentalidad abierta, lista para innovar y transformar el marketing en una experiencia más rica, atractiva y profundamente humana.
La integración no quedó ahí. La inteligencia artificial, esa maravilla de la modernidad, surgió como el eslabón perdido, una forma de unir todos mis aspectos. Con la IA, descubrí formas de optimizar mi trabajo y explorar nuevas fronteras creativas manteniendo una alta calidad y profundidad técnico-conceptual. La tecnología, lejos de ser una amenaza para mi multifacética pasión, se ha convertido en su mayor aliada.
Un generalista reconoce al otro.
Un amigo cercano enfrentó un dilema similar. Brillante y talentosa, se sentía perdida en un mundo profesional que parecía no reconocer ni valorar su versatilidad y potencial. Al compartir mi viaje, le mostré que no había ningún problema con su pluralidad de intereses: que el mundo es complejo y cambia constantemente, y nosotros somos parte de él. Juntos, exploramos cómo sus diversas habilidades podrían complementarse entre sí, cómo cada pasión podría enriquecer a las demás, transformándola en una profesional única e invaluable.
Este viaje de autodescubrimiento no consistió sólo en reconciliar diferentes aspectos de un "yo". Para mí, se trataba de comprender finalmente lo que significa ser un profesional en el siglo XXI. En un mundo cada vez más complejo e interconectado, la capacidad de moverse entre diferentes áreas, de integrar diversos conocimientos y habilidades, se vuelve más que valiosa, es esencial.
Para todos aquellos que, como yo y este amigo mío, nos consideramos generalistas o multidisciplinarios, sepan que hay un lugar para ustedes en este mundo fluido y en constante cambio. Tus múltiples pasiones, lejos de ser una carga, son un regalo. Ofrecen una visión única, una capacidad de innovación y adaptación poco común y preciosa. Así que abraza tu naturaleza multifacética. Deja que guíe tu viaje, iluminando caminos inexplorados, conectando mundos. Porque, al final, es en la unión de estos mundos donde encontramos nuestra verdadera fuerza, nuestra verdadera vocación. Y es allí donde, juntos, podemos construir un futuro lleno de posibilidades, un futuro al que todos pertenecemos.